Hamlet o el jardín de
las suspicacias de Carlos Valencia
Hamlet cobró importancia desde
que Shakespeare la escribió y en cierta medida retomó de otras épocas, ha sido
referencia que se interpreta ya sea en su forma convencional como aquellas que
reinterpretan.
En este caso nos lleva con el narco y México
teniendo como única referencia a Hamlet de Shakespeare cuando se presentaba en
su pueblo, un hijo de un líder busca cobrar venganza ante el rencor ante su
propia madre, cuando él refiriéndose a
su propio hermano del padre y su madre se casó con el hermano.
El paralelismo en cierta forma
así concluye aunque, el espíritu en cierta forma no pierde vigencia.
Acontece en un espacio a dos
frentes, en el escenario del Teatro Benito Juárez, el público nos sentamos en
ambas orillas, unos muebles sencillos, un par de pinturas que cuelgan le rodea
dos pares de focos del paso de gato.
Como dijo Carlos Valencia que
junto con Margarita Lozano bajo la atinada e interesante dirección de Ignacio
Escárcega todo ocurre en una pasarela, esta rampa gracias a unas puertas sacan
y meten objetos para determinados cuadros incluyendo dos títeres además de la
voz en off del padre.
Dos actores en escena Carlos Valencia
en el rol de Hamlet a quien le ponen ese nombre porque su padre le gustaba
mucho el teatro y la madre intercalan escenas de la obra con modificaciones,
respetan el espíritu de la puesta original.
No pueden faltar las pasiones
entre ambos personajes sin importar el parentesco.
Una interesante obra que se
resuelve con sencillas y bien llevadas
actuaciones, para llevarnos a las pasiones y emociones que el teatro nos
transporta en cada puesta.
Las reflexiones que hace Hamlet casi
al final resultan muy impactantes así como el ritmo de la misma.
Una hora y diez minutos dura pero
ésta es tan intensa que no se pueden separar los ojos de los actores en ningún
momento, las transiciones marcadas por pequeños detalles así como por medio de
una señal de uno de los actores.
Los dos actores están
maravillosos, no cabe duda que los dos se entregan por completo cuando actúan,
también el uso de música en vivo incluyendo una guitarra y las voces de los
propios actores y la trama tan bien llevada donde el mismo público al estar
sentado tan cerca de los actores se siente involucrado en la trama porque
cuando empiezan nos dan la bienvenida.
Un buen actor no requiere de
grandes escenografías, su trabajo es suficiente para avalarlo aunado a una
buena dirección y un buen texto nos hacen vibrar, pensar pero sobre todo
reconocer que la situación de la violencia ha estado presente en todas las
épocas así como la ambición por el poder.
Esta es una coproducción de la
Secretaría de Cultura del Distrito Federal a través de Teatros de la Ciudad de México, instituto
de Cultura de Baja California y Sereno Producciones.
Durante la conferencia Carlos nos
platicaba que llevó esta puesta a siete estados con violencia y le preguntaban
que por qué lo hacía si ya tenían demasiada, sin embargo el público la aceptó
muy bien, inclusive en una de las funciones tuvieron que cerrar las puertas del
teatro porque había balacera afuera.
Lástima que tenga una temporada
tan corta, del primero al 24 de febrero de viernes a domingo en el Teatro
Benito Juárez, el aforo para esta obra es de solo 120 lugares por lo cual vale
la pena tomen sus precauciones.
Qué bueno que este año empiece
con puestas tan interesantes como ésta, esperamos tener mucha calidad y que
haya trabajo para muchos actores e involucrados.
Esther Zychlinski y Zvi Ziman
Febrero 4 del 2013
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