La representación de
David Olguín bajo la dirección Octavio Michel
Esta obra se sitúa en el estudio
de un personaje estremecedor por no usar
otra palabra, actuado por Alfredo Herrera que lleva escribiendo 7 años una obra
sobre su propia vida, periodo con el cual convive con su esposa, éste de negro,
organizado al nivel de ser obsesivo en su orden.
En éste un baúl que contiene
diversos objetos, la relación con su esposa es un infierno, para representarla
contrata a una actriz actuada por Karina Díaz en la cual se confunde tanto la
obra como su vida que envuelve a ambas protagonistas.
La sirvienta Denise Castillo
juega un rol donde a su forma también representa a otra parte de Ana y él.
Desde la primera llamada, que son
omitidas Freyre el escritor se prepara en el espacio con unas fotos.
Esta obra la escribió hace 30
años, donde se comienza a vislumbrar el tono que ahora vemos en el dramaturgo y
director.
El juego es interesante más aún
cuando una de las actrices no habla, el escenario evoca lo obsesivo, mientras
Freyre pasa por una crisis encontrando en la sirvienta a una extraña pareja sordomuda, juego de confusiones y
emociones sobre un hombre y el
desdoblamiento de su esposa o tal vez de ella misma.
Sin duda aún vigente que nos
lleva a una relación atormentada donde el dramaturgo busca purgarse de sus
propios problemas, actuándose, reviviendo su propio infierno que lo lleva a un
final estremecedor.
Una actuación compleja del actor
masculino, que con crudeza, crueldad y sadismo de un hombre y su infierno
personal que “comparte” con la sirvienta y Ana.
Esta puesta no apta para
cardiacos o gente que reacciona ante emociones fuertes se presenta en La Gruta
del Teatro Helénico los viernes a las 20.30 horas con temporada hasta
principios de mayo, en Revolución 1500, para aquellos que se atrevan a asistir
les garantizamos un trabajo excelente, fuerte, crudo y donde nos da la
impresión de que quizás todo era una representación salida de su cabeza, no
sabemos si las dos mujeres existieron o qué fue lo que paso, lo único cierto es
que nos recuerda la crueldad de La Lección que vimos hace algunos años con
Arturo Ríos.
Las transiciones limpias que nos
permitían tomarnos un segundo para respirar después de cada escena, a lo mejor
al dramaturgo le gustó mucho Edgar Allan
Poe ya que también le hemos visto Los Asesinos igual de fuerte.
En un teatro se puede oír cualquier
ruido y hablando con la verdad el silencio era sepulcral lo cual nos habla de
la atención de los ahí presentes.
Siempre hemos dicho que cada
puesta merece toda nuestra atención, todavía por lo menos nosotros nos
sorprendemos en cada puesta y nuestra mente está abierta.
Vale la pena atreverse a cruzar
el umbral de este escritor con un manejo actoral increíble debido a lo difícil del
personaje y qué decir de las actrices, sobre todo la que no habla, estos
personajes nos gustan porque se ve la destreza para expresar por medio del
lenguaje no verbal.
Les garantizamos que no pasará
desapercibida en ningún momento, les podrá crear toda clase de sentimientos y
manifestaciones hablando de nosotros, salimos simplemente pasmados.
Esther Zychlinski y Zvi Ziman
Marzo 2 del 2013
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