Ravioles Negros de Alberto Villarreal
En ocasiones lo que vemos en escena escapa a las definiciones, es un
tema complejo en las fronteras donde el teatro se confronta con el performance,
y sus lenguajes crean algo que el público no espera.
Alberto Villarreal se mantiene en
esta delgada línea, él y varios de su generación y otros buscan más que
convence al gran público, a aquellos que buscamos lo distinto.
La primera parte de esta obra con
la actuación de Mario Balandra que aparece en una silla de ruedas limitando sus
movimientos a la parte de arriba de sus manos, con unas gesticulaciones que
involucran toda su cara nos habla de algo que sucedió cuando joven, de cómo
actuamos cuando lo somos y ya no podemos volver atrás, se trata de una mujer,
con un conjunto de diálogos que hacen referencias a partes del cuerpo, donde
aparecen cuestiones como del uso que los músculos y huesos hacen de nosotros
para lograr sus metas, una historia extrañamente contada en un estilo con
algunos años.
Por qué maneja los rabioles, por
ser una pasta totalmente cerrada, de donde nada sale ni entra.
Comentaba en la conferencia que
ésta fue escrita en una tarde, fueron a buscar al actor a su casa para que la
actuara.
La segunda parte se para de la
silla de ruedas cubriéndose parcialmente de barro y pintura para continuar con
estos diálogos extraños.
Esta puesta que como otras no
requiere ser entendida, lo cual no significa que podemos salir impávidos del
teatro El Granero Xavier Rojas en el Centro Cultural del Bosque los lunes y
martes 20.00 a las 20.00 horas suspendiendo función el 6 de mayo, porque el
simple hecho de observar al actor en su trabajo actoral, en la forma de sentir
los diálogos y en el cómo le hubiera gustado llevar su vida y darse cuenta,
seguramente a los espectadores nos dejara algún mensaje, siendo muy personal.
La recomendación no querer
entender lo qué ocurre simplemente verla como una forma de expresión de un
grupo de dramaturgos que decidieron romper con lo tradicional arriesgándose a
no ser entendidos en muchos casos.
Poder manejar un monólogo y mantener
la atención de los espectadores ya merece un comentario, nos podrá gustar o no
pero, al final tanto el dramaturgo como el actor nos hicieron llegar una
necesidad de decir algo.
Esther Zychlinski y Zvi Ziman
Marzo 26 del 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario