Los extraños hábitos de Don Antonio del autor Octavio
Salazar-Villava
“Esta puesta está basada en una nota real de un
periódico novohispano de inicios del Siglo XIX, además de una investigación
documental que duró siete años, también la necesidad de construir un discurso
sobre la tolerancia y la defensa de ciertos derechos básicos para tomar
decisiones sobre la propia vida.”
Hasta dónde puede cambiar lo que somos en la
forma de vestir, aquí Antonio de Hita que le toca vivir en la época de
incipientes movimientos independentistas
en América y el expansionismo de la Francia Napolitana va a dar a un pueblito
Cochabamba del Perú actualmente Bolivia, guarda un secreto que es descubierto
debido a las confesiones de su esposa con confesor.
Vemos dos planos en la primera parte donde por
un lado está el confesor y por el otro Antonio de Hita, vemos por un lado a la
esposa con el confesor donde nos enteramos de cómo este secreto es descubierto
hasta llegar al momento en que todo esto ya no se queda en el confesor provocando
una serie de situaciones que van desde un humor negro con sensaciones y
sentimientos muy encontrados porque pasan de la risa a la tragedia, nos hacen
participes y por lo menos yo después de ver esta puesta que ocurre por 1803 me
alegro de vivir en esta época, me preguntaba qué hubiera ocurrido en nuestros
tiempos y quizás la reacción hubiera sido otra.
Nos habla de una discriminación hacia la mujer,
donde para poder lograr algunas metas se tiene que valer de situaciones como
las vistas aquí, donde no faltan discusiones sobre la procreación, los siete
caballos del Apocalipsis además de salir a relucir la inquisición y el poder de
aquel entonces de la Iglesia Católica..
Los actores bajo la dirección de Octavio hacen
un trabajo que convence, Marco Urrieta como Estrello como el confesor al final
tiene una reacción debido a las palabras y explicaciones del comportamiento de
Don Antonio, Marina Michel como la esposa también tiene un peso porque ella de
alguna forma provoca todo y la actuación que no nos deja duda de su trabajo
Brisa Rosell con un muy convincente Don Antonio, esta puesta se presentó por
única vez en el Teatro de la Lotería, dejando una impresión muy favorable en
los ahí presentes, aquí los tres actores
están en su nivel.
Con un final esperado debido a la situación de
la época donde tanto el vestuario como la música es el adecuado, la poca
escenografía como una mesa con dos sillas por un lado y dos sillas que se
mueven de acuerdo a cada escena, así como el baúl que aparece ya en la segunda
parte después del intermedio.
Según nos comentaba el director van a tener
temporada en el Teatro Hipódromo-Condesa a mediados de año, vale la pena estar
al pendiente, un trabajo donde estoy segura cada quien sacará sus conclusiones,
lo único seguro es que mueve muchas fibras internas además de ser el reflejo de
una época que como todas, tuvo lo suyo.
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Esther Zychlinski
Mayo 22 del 2012
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