Los minutos se
vierten de creación colectiva, con las actuaciones de César Hernández, Lessly
Gutiérrez, Mireya Álvarez, Paola
Rebolledo Paolina Orta
Una reflexión en torno a las
abuelas, el trato que muchos tienen sobre ellas, este montaje donde los
creadores cuentan historias reales sobre sus vidas.
El uso de video es un elemento
concurrente en esta puesta, el video la historia real llevada a un escenario
real, un conjunto de elementos como
ropa, una taza y una cafetera son algunos de los elementos que usan.
Se apoyan a contar las historias
de sus propias abuelas, se podría decir que es una narración intimista, consta
de toques agridulces.
Un uso muy ingenioso de pocos
recursos y un trazo algo sorprendente, también se ven lastres culturales, sobre
roles aunque eso es fruto de su cultura y formación.
No se ve una idealización sino
una visión realista.
En cierto momento buscan otros en
el escenario, un conjunto de extraños trazos imprevistos.
La hacen una puesta interesante y
curiosa, al concluir esta puesta, comparten un poco de su vida con el público.
Cuántas veces en el teatro se ve
la ficción pero al traer la realidad, es algo que de alguna forma desnuda al
actor más allá de la ropa.
Hace poco oí un comentario, es
fácil quitarse la ropa pero quitarse las emociones es lo más difícil, aquí
ellas desnudan sus emociones, plasmadas en las voces, movimientos y trazos.
Cabe preguntar o preguntarse si
el teatro o la danza es una catarsis personal del intérprete y de ser así, se
aplica a carta cabal en este montaje.
Íntimo, humano, generoso, sin
olvidar el arte y la disciplina en un montaje algo peculiar.
También maneja una especie de
terapia donde gracias a esa libertad de expresarse de sus abuelas, ya que no
siempre pueden entender su forma de ser, pueden sacar aquellas cosas que les
molestan, como una que dijo “lo siento no puedo perdonarte”, “te amo sin
embargo”, o aquella que dijo que le hubiera gustado “tener algo que decir de
ella, le hubiera gustado conocerla mejor”, en fin a uno de los que escribe aquí le recuerda la
terapia del perdón que consiste de cuatro palabras: lo siento, perdóname, te
amo y gracias.
No sabemos lo qué perdemos hasta
que se van, sé que las relaciones humanas no son fáciles, sin embargo cuando
uno va llegando a ciertas edades empieza a entender muchas cosas, a veces es
demasiado tarde para decirlas cuando se está en vida sin embargo como se dijo
al final de la obra, las personas siempre nos acompañan y están con nosotros en
nuestro ser y pensamiento.
Este ejercicio es bellísimo,
porque aún ya ida la persona podemos sacar nuestros sentimientos, podemos
hablar con ellos y si es necesario reconocer que nos equivocamos.
Esta puesta tendrá su última
puesta este jueves a las 20.00 horas de cooperación voluntaria consciente en el
Foro Contigo América en Arizona 156 a unas cuadras del metrobus Poliforum, vale
la pena porque al salir seguro algo va a cambiar dentro de nosotros, para las
personas que sus abuelitos todavía viven
quizás les haga reflexionar sobre sus relaciones con ellos y para quienes ya no
tenemos abuelitos, si llegamos a serlo pueda modificar nuestra forma de ser o
simplemente la forma en que los recordamos.
De alguna forma no nos puede
dejar impávidos, algo va a mover en nuestro ser más interno.
Esther Zychlinski y Zvi Ziman
Junio 21 del 2013
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